Hace tiempo que me vengo dando cuenta que no soy tan lista ni tan adorable ni tan autosuficiente como pensaba.
Y es que quizás la madurez entre otras cosas es darte cuenta de tus propias limitaciones, y quizás entre esas limitaciones se encuentre el hecho de que no soy tan independiente como creía.
Yo pensaba que podía volar sola por el mundo, que no necesitaba a nadie y mucho menos a las personas con las que había compartido antes mi vida puesto que eran las que más daño me habían hecho. Estuve un tiempo renegando de todas las personas que habían compuesto mi vida anterior, incluso de los más allegados. Durante ese tiempo todo me daba igual, vivía mi vida haciendo nuevos amigos e iniciando una nueva vida en un contexto totalmente diferente. También creía que había experimentado el daño que te pueden hacer otras personas, pero no, el verdadero daño no surge de amiguetes o conocidos que te lanzan críticas o burlas, aunque en ese momento pienses que sí. El verdadero daño te lo producen las personas que te importan, y es entonces, cuando te están hiriendo, cuando te das cuenta de lo que los necesitas, de que necesitas su apoyo, su comprensión...Y lo que hace aún más daño es que por circunstancias de la vida, ajenas a tí mismo, no puedas estar cerca de esas personas, porque estar cerca de ellas es hacerte daño, y hacérselo a ellas, y que los necesites porque quieres compartir con ellos tu nueva vida, tus nuevas experiencias, tu nueva rutina...y no puedas hacerlo porque estáis mejor separados, queriéndoos desde la distancia, desde los recuerdos del pasado, pero eludiendo la cercanía, el presente, porque cercanía y presente duelen a ambas partes.
Estaría mucho mejor si supiera que tras esa ruptura, la otra mitad de lo que antes era un todo está bien, si supiera que no sufre por mí. Pero la realidad es mucho más angustiosa, pues a mi propio dolor por la ruptura se le une el dolor por el dolor que sufre la otra parte, por ser consciente de que lo están pasando igual de mal que yo.
Sé que esta situación no mejorará, seguirá igual o irá a peor, y no es que quiera que las cosas sean como antes porque no podría vivir de nuevo ahogada, resistiendo por no herir a la otra parte. Sólo quiero que para mí las cosas vuelvan a ser como cuando hace no tanto no era muy madura, y que me diese todo igual y que la melancolía no me atenazase en los momentos más insospechados, y no darme cuenta de lo mucho que necesito a quienes dejé atrás, y que tampoco me importe que jamás los recuperaré, ni que ellos jamás me recuperarán a mí.
Fdo: Nena Nenita
(RIMA LII DE GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER)
Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!
Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!
Nube de tempestad que rompe el rayo
y en fuego ornáis las sangrientas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!
Llevadme, por piedad, a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!
("NEGRA SOMBRA" DE ROSALÍA DE CASTRO," follas novas") |
Cando penso que te fuches,
negra sombra que me asombras,
ó pé dos meus cabezales
tornas facéndome mofa.
Cando maxino que es ida,
no mesmo sol te me amostras,
i eres a estrela que brila,
i eres o vento que zoa.
Si cantan, es ti que cantas,
si choran, es ti que choras,
i es o marmurio do río
i es a noite i es a aurora.
En todo estás e ti es todo,
pra min i en min mesma moras,
nin me abandonarás nunca,
sombra que sempre me asombras.
NEGRA SOMBRA
(traducción al castellano - Mónica B. Suárez Groba)
Cuando pienso que te fuiste,
negra sombra que me asombras,
a los pies de mis cabezales,
tornas haciéndome mofa.
Cuando imagino que te has ido,
en el mismo sol te me muestras,
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que zumba.
Si cantan, eres tú que cantas,
si lloran, eres tú que lloras,
y eres el murmullo del río
y eres la noche y eres la aurora.
En todo estás y tú eres todo,
para mí y en m misma moras,
ni me abandonarás nunca,
sombra que siempre me asombras.